viernes, abril 04, 2008

DANDO PASOS HACIA LA PAZ

La Dirección de Innovación Educativa del Departamento de Educación, Universidades e Investigación del Gobierno Vasco os quiere agradecer la participación en este proyecto piloto.

¿Quiénes somos?
CINCO centros educativos de Alava, Guipuzcoa y Vizcaya y 341 alumnas y alumnos inplicados en la experimentación del proyecto este curso 2007-2008. Un trabajo en común desde las realidades, redes y modelos diferentes para compartir y completar este proyecto.

Contacto:
Programa EDUCAR PARA LA CONVIVENCIA, LA PAZ Y LOS DERECHOS HUMANOS".
bizitrebe@elkarrekin.net


JUSTIFICACIÓN DEL PROYECTO.

La puesta en práctica de este proyecto de educación para la paz en el ámbito escolar, su entronque con la situación histórica en torno a la violencia político-terrorista en el País Vasco y las dinámicas actuales de transformación y humanización de los conflictos, nos pide abordar este programa desde el lado constructivo y positivo. Esto es, decisión y energía en el esfuerzo, y prudencia, serenidad y flexibilidad en los constructos teóricos, las palabras y los símbolos para que todas y todos nos veamos reflejados, atendidos en el proyecto y surja en cada persona la necesidad de comprometerse y aportar tanto como pueda en la mejora de las relaciones y la promoción de la convivencia.

Estos materiales hacen una propuesta para trabajar la búsqueda de alternativas, de vías de análisis y comportamiento relacional más allá de la violencia. En este proceso, nos hacemos competentes en situaciones de conflicto de valores e intereses y nos acercamos al compromiso con las personas y el sufrimiento injustificado.

Desde la educación, y no sólo desde ella porque es trabajo de todo ámbito o institución promotora de la cultura, tendremos que dar respuesta a una necesidad de educar en la paz desde estos planteamientos que os solicitamos asumáis como presupuestos:

-La posibilidad de aprender a vivir y convivir saludablemente y de encontrar alternativas al uso y justificación del comportamiento violento.
-La necesidad de sistematizar y organizar en la escuela y para toda la comunidad educativa unos tiempos y espacios de intercambio y comunicación que permita a cada persona elaborar un proceso de transformación interno y largo que evalúe su comportamiento, reflexione sobre las posibilidades de mejora y decida su compromiso y aportación a la mejora de las relaciones de justicia y paz.
-La posibilidad de participación en la construcción de un modelo social más justo desde la injusticia que ha provocado en nuestra sociedad y en las personas el uso de la violencia colectiva.
-La necesidad de vivir en esta sociedad multicultural con valores diversos y que promueve el diálogo respetando esa diferencia de valores inherente a la especificidad de cada persona y cultura.

El alumnado vive la realidad de su momento histórico. Se pregunta y nos puede llegar a preguntar qué está pasando, cómo van las cosas, qué ha pasado hasta hoy y, sobre todo, quiénes han sufrido y sufren en esta situación de violencia. Reclaman el conocimiento y el abordaje de temas que no les han sido ajenos en sus procesos personales y sociales y, ante esta necesidad sentida, les proponemos este trabajo desde uno de los principios de la educación para la paz: “la educación para la paz debe tener como horizonte la constitución de sociedades pacificadas en la justicia y a ser posible en la reconciliación; pero una condición básica para entender cabalmente el alcance concreto de esa justicia y orientarse correctamente hacia procesos de reconciliación es abrirse al diálogo empático con quienes son los más afectados, las víctimas, que, por esta razón, precisan estar activamente presentes”.[1]

Por otro lado, como ha quedado justificado en diversas experiencias educativas sobre el tratamiento de los conflictos y la prevención de la violencia, la frontera está en la creación de un espacio seguro en el que no se reabran las heridas que hoy no han cicatrizado: “la utilización de situaciones imaginarias en el aula de clase, a través de narraciones escritas o documentos audiovisuales, puede proporcionar u contexto de gran utilidad para enseñar a afrontar problemas que producirían riesgos si se tratase de forma literal, como el racismo o la violencia”[2]. En este sentido, haremos un esfuerzo por acercarnos de manera gradual a los testimonios de las victimas y el sufrimiento de las personas consecuencia directa de la violencia en el País Vasco. Propondremos un recorrido concéntrico, un acercamiento desde los temas y problemáticas que la juventud de 14-16 años vive como cercanas y que le vayan ayudando a descubrir los mecanismos subyacentes comunes al uso de toda violencia, las alternativas a su uso, la posibilidad de construir un proyecto de vida personal donde no se anule lo diferente y el compromiso con la cercanía y el acompañamiento a la persona que sufre.

La búsqueda de alternativas, vías de análisis y comportamiento relacional más allá de la violencia tiene que ir convirtiéndose en la estrategia predominante en nosotras y nosotros cuando surja el conflicto de valores e intereses. Tenemos que hacer algo ya, ahora, para que nadie, hoy, en estas circunstancias, pueda ver la violencia como legítima y racional o como la única de las salidas eficaces para la historia personal y cultural. Este es un proceso de interiorización y de decisión personal que se construye en las relaciones con las personas, en el entrenamiento en la cooperación, la comunicación, la expresión de vivencias y sentimientos. Un proceso en el que se quieren promover actitudes y comportamientos positivos, de desarrollo personal y grupal, de solidaridad e implicación ciudadana; un recorrido, por tanto, largo, pausado e intenso para que el cambio actitudinal y la promoción de la empatía lleguen a ser perceptibles.

Aprender a convivir no es tan difícil, nos dice M. Segura[3] y nos pide que enseñemos a pensar para la transformación de los conflictos y la búsqueda de alternativas en la eficacia y la justicia desde el análisis de estos componentes que se ponen en marcha en situaciones problemáticas: la intencionalidad, las metas sociales, la percepción de autoeficacia y las creencias que puedan sustentar y legitimar el uso de la violencia.

El clima, las normas, la atmósfera que se respira en la escuela puede entrar en contradicción con el propósito de cooperación y deslegitimación de la violencia. Por tanto, cuidaremos esa posible contradicción entre lo explícito y lo oculto y la vía más productiva es el desarrollo de la participación. Las y los jóvenes detectan muy rápido esa contradicción y la reclamación y denuncia de ella suele ser incuestionable.

En este sentido, entendemos que el desarrollo de este programa de aula es una oportunidad para la implicación y participación de toda la comunidad educativa y su entorno por lo que resultaría muy provechoso y gratificante la programación de actividades para las familias, el claustro y el personal de administración y servicios, el resto de alumnado del centro, las personas referentes del entorno y las entidades y asociaciones colaboradoras. Es la comunidad educativa la que opta por la educación por la paz y la promoción de los derechos humanos y la que apoya y testimonia su compromiso con la promoción de la convivencia.

Consideramos fundamental el apoyo del entorno, instituciones, sociedad y medios de comunicación en este proceso de transformación. Más que de una campaña se trata de hacer seguimiento, de pedir colaboración, de construir conjuntamente y de manera coordinada para que el alumnado y el resto de la comunidad educativa sienta que se trata de una actividad globalizada y logre percibir que no está sola en esta tarea.

En nuestra sociedad hay una serie de relaciones de poder, estructuras y creencias y maneras de entender el mundo que reclaman, apoyan, nutren y justifican la violencia. Quizá se deba a que no sabemos hacerlo de otra manera cuando el enfrentamiento es grave o el fin lo pretenda justificar. La cuestión está, entonces, en buscar y trabajar esas alternativas. En palabras de M.J. Díaz-Aguado “aunque nuestra sociedad rechace en principio la violencia sigue manteniendo estructuras, papeles, creencias y representaciones que contribuyen a reproducirla de generación en generación”.[4] Y en esa misma obra, nos resume los cambios que propiciarán otro horizonte de relaciones:

· Afrontar los problemas por otros caminos y nunca por el de la violencia.
· Sentirnos implicados en la superación del camino violento y con posibilidades de hacer algo, ayudar en la transformación de la injusticia porque no es un “problema de otras personas”; es una cuestión que me importa porque me implica. De igual manera, señala la autora que la violencia tiene consecuencias negativas tanto para la víctima como para quien la ejerce porque deteriora las relaciones y su contexto.
· Entender que la violencia crea violencia. Y en ese mecanismo no caer en la trampa de la culpabilización, la atribución unívoca de causalidad que me exime a mí de toda responsabilidad o compromiso con la transformación.
· La superación de la costumbre, acomodación, rutina, inhibición, insensibilidad. La necesidad de respetarnos y acercarnos a las necesidades de la otra persona.
· La asunción del poder y los mecanismos tan potentes de los estereotipos sexistas.

Salvemos, consideremos, escuchemos y contemos con las personas que están detrás de las acciones, de todas las acciones que podamos valorar como buenas, malas, dolorosas, satisfactorias...Discutamos sobre la multiplicidad de valores y busquemos modelos de comportamiento y actitudes noviolentos. Esto también puede ser doloroso pero lo es infinitamente menos que la muerte.

Acerquémonos y acompañemos a la persona que sufre y que puede ver agravado su dolor por mi indiferencia o abandono. Comprometámonos con la reconciliación y la necesidad de reparación y justicia ante la grave conculcación de los derechos humanos que vive nuestra sociedad. Podemos ir encontrando la situación que nos permita en este pueblo superar toda violencia y profundizar en la democratización de las relaciones e instituciones.

Pero sobre todo, ¡nos ponemos a trabajar en el aula en la promoción de la convivencia y la paz!

OBJETIVOS GENERALES.

1.Desarrollar actitudes y comportamientos de reflexión, búsqueda de alternativas y compromiso con el uso de estrategias noviolentas.

I2.dentificar los diferentes tipos de violencia y valorar los Derechos Humanos como horizonte de paz.

3.Adquirir una visión humana de los conflictos y transformarlos en oportunidades para el crecimiento personal y grupal.

4.Apostar por un proyecto de vida justo y solidario descubriendo en uno y una misma formas de cuidar y ser justa con las personas que sufren.

5.Interiorizar actitudes de empatía y escucha activa hacia quienes han sufrido directamente la violencia político-terrorista.

6.Generar la capacidad de soñar nuevos marcos de relación con las víctimas de la violencia para que recuperen la confianza en una sociedad y unas instituciones que no sienten suficientemente cercanas.

[1] ARANA,R., HARILLO, S., PRIETO, J.(2006): Historias que nos marcan, Bilbao, Bakeaz.
[2] DÍAZ-AGUADO, M.J.(2006): Del acoso escolar a la cooperación en las aulas, Madrid, Pearson, p.: 45
[3] SEGURA, M, (2005): Enseñar a convivir no es tan difícil, Bilbao, Desclée
[4] DÍAZ-AGUADO, M.J.(2006): Del acoso escolar a la cooperación en las aulas, Madrid, Pearson, p.: 35-36

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